Reconociendo síntomas y signos de enfermedad

Notar cambios sutiles en las rutinas normales de los gatos nos puede alertar de que algo no anda bien, pudiendo evaluarlo en consulta antes que se convierta en un problema.
Formas rápidas y simples de saber todos los días si tu gato está bien:
ALIMENTACIÓN
Conoce la cantidad exacta que come tu gato dentro de 24 horas. Mirar a tu gato ir a su plato para comer un poco no es suficiente. Una vez que sepas con precisión cuánto alimento consume, podrás observar cuando haya alguna variación.
TOMA DE AGUA
Conoce dónde y en qué tipo de contenedor le gusta tomar agua a tu gato (bowl, fuente, vaso en la mesa, caño del baño, etc.). No es tan fácil medir la cantidad de agua que consumen tus gatos, como lo es con el alimento, pero puedes estar atento a cambios significativos en sus hábitos de toma de agua.
ORINA
Conoce la frecuencia y cantidad de orina que tu gato genera diariamente. Conocer la frecuencia y cantidad de orina es fácil si usa arena que se aglomera; asegúrate de limpiar la caja una vez al día. La idea es que puedas ver lo que es normal en tu gato, así será más fácil identificar cambios.
HECES
Del mismo modo que la orina, conoce la frecuencia y cantidad de heces que tu gato genera diariamente. Independiente de la arena que uses, las heces serán visibles y deberás limpiarlas por lo menos una vez al día. Fíjate en el color y consistencia – solo te tomará un momento.
SIESTA
Conoce dónde pasa el tiempo tu gato. La mayoría prefiere hacer siesta donde está el sol o la acción – una ventana, el escritorio, el cuarto de la TV, etc. Duermen donde está tranquilo, cálido y silencioso (como el cuarto). Un gato casero adulto dormirá de 14 a 16 horas diarias y tendrá de 3 a 4 lugares para hacer su siesta.
ACCIÓN E INTERACCIÓN
Conoce las actividades diarias típicas de tu gato – si te saluda cuando llegas, te acompaña en las mañanas, te sigue al baño, juega con sus juguetes, juega con otros gatos, se acicala, observa la actividad exterior desde una ventana, pega pequeñas carreras, etc.
Cualquier cambio en las rutinas anteriores puede ser motivo de consulta en el veterinario para estar alertas y evitar problemas mayores.